Conferencia: "Alianzas, Redes y Coaliciones, Una Nueva Mirada Estratégica"
Dictada por el Prof. David Arons (EE.UU)
Buenos Aires, 12 de junio de 2002
Todos de alguna manera trabajamos para, o con, o en conjunto con, las ONGs. ¿Y qué nos diferencia del gobierno de las empresas? Una gran diferencia es que nosotros hemos elegido este trabajo no para crecer nosotros mismos, sino para mejorar nuestras comunidades. Sin duda tenemos mucho trabajo por realizar, y ese trabajo no va a desaparecer en un futuro cercano. Pero debemos celebrar las pequeñas victorias que logramos en la vida. Y de eso se trata realmente la incidencia. La incidencia eficaz en los espacios de decisión y de opinión es simplemente una serie de pequeños pasos cortitos. Pero al ponerlos todos juntos, se transforman en una persona muy poderosa que puede caminar y correr. Y eso nos lleva a lo otro que nosotros sí tenemos y que la empresa y el gobierno a menudo no poseen: la perseverancia, la tenacidad. Nosotros vamos a permanecer aquí: los políticos van y vienen, pero nosotros seguiremos estando.
¿Por qué hacemos trabajo de incidencia y de política pública en EE.UU.? No lo vemos solamente como la resolución de una crisis, o el salvar a las personas. Creo que hacemos trabajo de políticas públicas por razones ofensivas. "Ofensivo" no quiere decir ofender sino ser pro-activos, para promocionar o alentar una mejor calidad de vida. El alentar las ideas y la innovación, el llevar adelante aquellos valores en los que creemos como comunidades. Y realmente la cuestión se reduce a los valores: a la realización, a la materialización de nuestros valores. Y éstos surgen en forma práctica en muchísimas aplicaciones. El valor de que no es justo que la gente que tiene cáncer no reciba el servicio de salud adecuado, de que no es justo que los niños que viven en un edificio de departamentos estén respirando los gases o sientan el olor a pintura, el valor de que no es justo que no existan rampas para ayudar a aquellos que están en sillas de ruedas, o el tipo de cuestiones que se relacionan con nuestras garantías o nuestras libertades civiles. La gente de todas las razas y de todas las etnias, ¿tiene el mismo derecho al voto? ¿Tienen el tipo de autogobierno que desean y quizás merecen? Muchos temas y muchos problemas, pero según yo lo veo, la incidencia es todo un conjunto de oportunidades. Déjenme iniciar diciéndoles que hay cuatro roles básicos para las ONGs en el proceso de la política pública. Y digo proceso de política pública, y noten que no uso la palabra política. Estoy tratando de dividir los dos conceptos. En EE.UU., decimos "política" cuando nos referimos a las elecciones, los candidatos y los partidos políticos. Las ONGs en los EE. UU. hacen trabajo de política pública porque no son partidarias: son apolíticas. No somos ni republicanos ni demócratas. Nuestro partido es nuestra misión: dar a todos los niños acceso a los servicios de salud y a la educación; asegurar que todas las escuelas públicas tengan acceso a Internet; asegurar que la gente de bajos ingresos tenga acceso a un abogado que les pueda garantizar los beneficios públicos; asegurarnos de que aquellas personas que estén desempleadas no estén pagando impuestos innecesarios.
¿Cuáles son esos cuatro roles? El primer rol es que nosotros hacemos incidencia para las personas en las causas. La razón por la cual me embandero con este tema es bastante simple: muy a menudo en EE.UU. tenemos miles de ONGs que prestan servicios directos cotidianamente. Pero no dedican tiempo a hablar, a representar, a convertirse en la voz sobre los temas de política que afectan a esas personas. ¿Cuántos de ustedes, como personas que trabajan en ONGs, creen que tienen un conocimiento profundo de los problemas o las áreas en las cuales sus ONGs están trabajando? La mayoría, ¿verdad? Lo que yo veo aquí en este salón son muchos expertos o especialistas en política pública. Y sin duda hay muchos legisladores que no entienden vuestras causas. Pero ustedes son los especialistas. Así que la clave es establecer esa conexión. Esto no tiene que ver con hacer política, sino con aportar vuestra experiencia y conocimiento al proceso de gobernabilidad. Y esto lo digo no porque las ONGs de los EE. UU. lo estén haciendo bien, sino porque es también lo que nosotros necesitamos hacer, y creamos muchísimas excusas y razones por las cuales no lo hacemos: estamos muy ocupados, no tenemos suficiente dinero, no sabemos cómo hacerlo, es la tarea de algún otro. Esto es rigurosamente cierto. Sin embargo, en algún momento el ser el especialista y el tener el conocimiento tiene que transformarse en una tarea tan importante como la del servicio directo que se realiza. Y esto lo digo como alguien que ha pasado años trabajando con niños con discapacidades físicas: nunca conseguimos todo lo que queríamos hasta tanto no le pedíamos a la legislatura que nos ayudara.
El segundo rol importante es que somos el conductor o el facilitador, el moderador del pueblo en el proceso democrático. En los EE. UU. la mayoría de los ciudadanos no vota: no creen que votar sea importante. Bill Clinton, en 1993, recibió el 43 % del voto popular para ganar la presidencia. Menos del 50% de las personas que tenían derecho a votar se presentaron a votar. Entonces, la votación se redujo a un presidente de dos mandatos, es decir un período de ocho años, que fue votado y logró la presidencia con el 17% del pueblo norteamericano. Pero son las ONGs las que conocen a la gente, las que están cerca del pueblo, y las que pueden crear el espacio cívico para que la gente participe. Quizás no se incremente el número de personas que votan, pero al menos se generará el tipo de espacio necesario para que se escuchen más voces. Hay un grupo en los EE.UU., la Organización Nacional de la Mujer, que recorre el país y genera oportunidades para que las mujeres hablen con los legisladores, para que estos sean quienes a través de su propio proceso democrático lleven su agenda de política pública a los líderes nacionales. Cuando esos líderes hacen cosas que están a favor de esa agenda, hacen que ese líder brille o resplandezca frente a la prensa y ante los ojos del público. Cuando los legisladores, independientemente del partido político al que pertenecen, hacen algo negativo para su agenda de política pública, lo castigan mostrando en los medios que esos legisladores han hecho constantemente cosas que van en contra de los temas que le interesan a la mujer.
El tercer rol es el de fiscalizador o crítico del gobierno. Creo que todos sabemos que el gobierno tiene sus problemas arraigados, pero está claro que a veces está tan infectado por el problema que no puede tomar distancia de él para verlo con una perspectiva diferente. Desde 1970 hasta la fecha, en los EE.UU. ha habido un surgimiento de una nueva especie de organizaciones que están diseñadas para fiscalizar y monitorear la acción del gobierno. No obligan al gobierno a rendir cuentas a través de la ley, pero sí dan a publicidad en los medios el hecho de que el gobierno desperdicie los dólares de los contribuyentes, o no aplique las reglamentaciones medioambientales: esencialmente, le devuelven el gobierno al pueblo. Y esto realmente depende de su ‘matrimonio’ con los medios. El matrimonio es una combinación en la cual ellos ayudan a los medios a cubrir las notas sobre los temas que necesitan, pero no siempre son negativas. Por ejemplo, Al Gore, nuestro ex vice-presidente, durante ocho años hizo cosas magníficas para que el gobierno nacional fuera más eficiente. Y entonces, estas organizaciones resaltaban su eficiencia de gestión y sus iniciativas de eficiencia de gestión. Las ONGs, en cierto sentido, juegan a "el palo y la zanahoria".
El cuarto rol es el de reformadores de política y democracia, un rol que quizás sea muy relevante en este momento. En EE. UU. hemos tenido básicamente un sistema fracasado o fallido de financiación de campañas. Las grandes corporaciones han tenido un acceso y una influencia indebidos sobre los legisladores durante los últimos treinta años. Si bien han dejado de usarse los sobornos abiertos y directos, las cantidades increíbles de fondos no verificados, o no informados, que han ido a los partidos políticos, nunca han sido verificadas. Finalmente, como resultado del cabildeo o del lobby cívico que realizaron las ONGs, éstas se concentraron y eligieron un tema tangible específico. No eligieron la Reforma Política. Como ése era un asunto demasiado grande, dijeron: "vamos a promulgar una ley que se ocupe solamente de un tipo de dinero específico, que saque un tipo de dinero específico del sistema político". Al centrarse en este objetivo tan acotado, que está directamente en el corazón de lo que significa ser un gobierno de reforma y transparente, pudieron convencer o atraer a los conservadores políticos de ambos partidos, y pudieron conseguir el apoyo, la energía y la incidencia de muchísimas ONGs que trabajaban en muchas causas diferentes. Si hubieran permitido que el tema fuera la Reforma Política como un todo, nadie los hubiera seguido ni hubiera estado convencido de esa agenda. Porque los grupos, en los que incluyo el mío, hubieran dicho: "¿Pero por dónde empezamos con ese tema?". En cambio, los grupos que encabezaron esta iniciativa (en este caso el grupo se llamaba Causa Común) hizo que la agenda fuera lo suficientemente específica como para permitirnos a todos concentrar nuestra energía.
Mencioné hace un rato que a menudo no hacemos esta tarea debido a temas organizativos internos. Y quisiera compartir con ustedes algunas de las cosas nuevas que estamos aprendiendo en EE. UU., cómo nos preparamos para hacer el trabajo de incidencia en las políticas públicas. Lo primero, en cierto sentido, es auditarnos a nosotros mismos. Acabamos de hacerlo aquí hace un minuto: nos dimos cuenta de que hay muchos en esta sala que son especialistas o expertos en su tema. Estamos descubriendo que si uno asigna expertos al tema, que además conocen a la gente, y si se les da a las personas algo de comprensión sobre el proceso, y se empiezan a construir relaciones personales con los legisladores, entonces al menos la conversación sobre el cambio en las políticas puede llegar a darse. Por supuesto, nada sucede de la noche a la mañana, pero todos sabemos que el cambio surge como resultado de las relaciones, y lo que estamos descubriendo en EE. UU. es que ya no podemos darnos el lujo de ser solamente conocidos de los formuladores de políticas. Realmente tenemos que llegar a conocernos bien entre nosotros, los unos a los otros. Les doy un breve ejemplo: tratábamos de trabajar con un senador de los EE. UU. en particular que tenía un rango muy alto en el partido. Necesitábamos su apoyo en un tema que afectaba a todo el sector de las ONGs de los EE.UU. Yo me reunía con sus asesores para tratar de instruirlos, educarlos, para que ellos a su vez lo informaran y lo educaran a él. Sentía que simplemente me estaban tratando con amabilidad, como diciéndome: "Muchas gracias David por haber venido hoy a vernos, pero no podemos hacer nada por vos". Finalmente empezamos a rastrear gente que conociera al senador de su ciudad natal, y descubrimos que lamentablemente sufre de diabetes. Así que mi llamado siguiente fue al presidente de la Asociación Norteamericana de Diabéticos, y él fue quien le hizo una llamada al senador. Así fue que nos dio una reunión y conseguimos su apoyo, porque encontramos una organización, una entidad que establecía un vínculo afectivo con él, le llegaba al corazón. Utilizamos un poquito de psicología humana: no tenemos plata y no teníamos muchos profesionales, pero queríamos tratar de encontrar una forma para comunicarnos con él. Y esa situación funcionó.
Volviendo al tema de estar adentro de nuestra organización, estamos aprendiendo que nuestra primera red, y la más importante, es la de construir una comisión directiva que realmente esté entusiasmada con el trabajo de la incidencia en los espacios de opinión. El error que hemos estado cometiendo en los EE.UU. en los últimos años es no pedirles a los miembros de nuestras comisiones directivas, que a menudo son personas de prestigio, que usen su influencia, su acceso, que usen lo que tienen para el proceso de la política pública. Y esto nos lleva a cómo generamos el cambio. Porque en última instancia, se trata de las personas, de la gente. Quiero compartir con ustedes las cinco P: Personas, Problema, Participación y Proceso, y Poder. Realmente es la gente la que está en el corazón de todo que hacemos. Ya sabemos cuáles son los problemas, acabamos de verificarlos. Una vez que conocemos a la gente y sabemos cuál es el problema, entonces ha llegado el momento de visualizar la solución al problema, de trabajar a partir de esa meta, definir qué es lo que necesitamos para lograr esa meta. A veces se necesita una ley o una reglamentación, pero a veces no. Entonces, la primera pregunta es cuál es el rol del gobierno en la resolución, qué debe hacer para ayudarnos a resolver nuestro problema en particular. ¿Cuáles son los actores, quiénes son las personas que nos pueden ayudar a resolver este problema? ¿Tenemos opositores? Si no los tenemos, fantástico. Pero la clave, una vez que conocemos cuál es el problema, es hacer un mapa de todas aquellas personas que nos pueden ayudar: puede ser un líder religioso; una madre soltera que vive en la misma cuadra que es magnífica dando discursos; un líder empresarial; Juan, que tiene una ferretería en la esquina de esta cuadra. Lo importante es identificar a todos estos actores como si fueran una constelación, y luego decidir cómo queremos organizarnos. ¿Una coalición, un grupo de residentes, una alianza de empresas y ONGs? Es importante no preocuparse por no conseguir absolutamente todo, e imaginar cuál sería el conjunto de actores ideal para ayudarnos a resolver el problema. Muchas veces hemos encontrado que una gran parte de nuestro trabajo de incidencia no se da frente a los legisladores, sino entre nosotros mismos para reclutar o conseguir apoyo. Y ésa es la base del proceso de organización comunitario. Finalmente, en algún momento de este proceso de construcción de redes, resulta clave encontrar a alguien que entienda el proceso de política pública. Y no me refiero a alguien que conozca personalmente al presidente, sino a alguien que conozca el proceso técnico a seguir para conformar y generar leyes.
Finalmente quiero hablar sobre el concepto de "win-win" o "todos ganan". Todos sabemos que no hay nada gratis en esta vida. Es poco frecuente que consigamos algo gratis. Incluso en el mundo de las ONGs existen normas de reciprocidad. ¿Cómo desciframos o diseñamos escenarios en los que todos se beneficien? Antes hablé sobre cómo hacer que un legislador resplandezca frente a los ojos del público. Y reconozco que aquí en la Argentina hay un tipo de sistema democrático muy diferente del nuestro, pero sigo pensando que la gente es gente, y que en todas partes le gusta ser reconocida por su buen trabajo, o que su trabajo sea conocido públicamente. Así que no puede resultar perjudicial que uno le dé reconocimiento a un legislador si éste está a favor, por ejemplo, de la salud. Pero la clave es descifrar cómo nosotros los podemos ayudar a ellos a ganar notoriedad; y la reciprocidad estaría en cómo nos ayudarán ellos a nosotros a promover nuestro tema. Y subyacente a esta cuestión está la cuestión de cómo construimos algún nivel de confianza. El tema de la confianza a menudo es una barrera enorme que dificulta que las cosas se hagan. Por eso, yo muchas veces defiendo el tema de que las ONGs se sienten directamente a hablar con los legisladores y los políticos. Quizás ello no dé como resultado un cambio en la política pública, pero no puede resultar perjudicial.
Para cerrar, quisiera referirme a dos cosas. La primera es la importancia de construir medios para la incidencia, de hacer conocer nuestra historia. He estado aquí durante tres días, y he escuchado historias increíbles acerca de trabajos realizados por las ONGs. Por ejemplo, ayer me enteré de que la ONG Fuca había estado desarrollando un trabajo de concientización en melanomas con Greenpeace. Nunca antes se me había ocurrido conectar la causa del cáncer con la de Greenpeace, y me sorprendió el hecho de que aquí existen dos organizaciones que realmente saben cómo educar: el melanoma es el tipo de cáncer de crecimiento más rápido que tenemos en el mundo, y me entusiasmó realmente esa historia. Pero lo que realmente me interesó fue el hecho de divulgar nuestras historias, el escribir qué hacemos, el por qué hicimos lo que hicimos, y el cómo lo hicimos. En los EE.UU. estamos aprendiendo que no solamente necesitamos gente para que dirija, para que opere las ONGs; no solamente necesitamos gente que haga el trabajo de incidencia en nombre de la ONGs, o para la ONG, y que también haga incidencia para la gente y sus causas, sino que tenemos la necesidad de alguien que escriba acerca de lo que hacemos. De lo contrario, las futuras generaciones no podrán aprender de lo que nosotros hicimos. Yo espero que las futuras generaciones aprendan de los muchísimos errores que cometí, y de las pocas victorias que he logrado... y creo que necesitamos hacer conocer nuestra historia.
Finalmente, en los últimos diez años, en los EE.UU., han emergido los esfuerzos organizados para construir capacidad e infraestructura específicamente para el rol del trabajo de incidencia de las ONGs. Así que hay algunos grupos que han crecido en los últimos tres, cuatro o cinco años, que ayudan a las ONGs a involucrarse, a participar, y a aprender cómo funciona el sistema. Y creo que esto tiene que ver con el punto clave de qué es lo que podemos hacer entre nosotros, los unos por los otros. Podemos ayudarnos, compartiendo conocimientos, compartiendo recursos, compartiendo ideas.
Pueden comunicarse conmigo al e-mail [email protected] <mailto:[email protected]>. Les responderé rápidamente.
Intercambio de preguntas y respuestas entre David Arons y los asistentes a la conferencia
Asistente (A): Usted decía que advocacy no solamente era incidencia en políticas públicas, respecto de políticos, sino también incidencia en la opinión pública, y a partir de allí, también incidencia en las políticas públicas. Desde hace un par de años hasta ahora, los medios de comunicación aquí empezaron a tener un espacio, con bastante frecuencia, para el tema de las ONGs. En general, bajo el formato o el título de "solidaridad". Historias de vida sobre gente que es favorecida por alguna organización o que trabaja en alguna organización. La cuestión concreta es: a mí me parece que se abrió un canal muy interesante entre las ONGs y los medios, pero que los medios muchas veces tergiversan las historias que se cuentan, y hacen más bien una exposición de la miseria.
David Arons (DA): En lo EE. UU., cuando hacemos trabajos con los medios, empezamos por pensar esto: los medios de comunicación son empresas. Entonces: ¿cómo podemos nosotros, con nuestra historia, ayudar a los periodistas, a los editores, a los productores de noticias y televisión a cumplir su trabajo? Entonces, además de escribir, armamos lo que llamamos "kits para los medios", y en estos paquetes incluimos notas listas para publicar. Sugerencias de diferentes ángulos para abordar la nota, citas ya preparadas, listas de contactos para que los periodistas puedan seguirlas, cualquier investigación que podamos encontrar. Y tratamos de buscar el ángulo más interesante. Lo difícil es que a veces los temas, o estas causas, no son lo que nosotros describimos como sexy. Pero tenemos que tratar de hacer todo lo posible para demostrar por qué nuestra actividad o tema vale la pena desde el punto de vista de la noticia. Eso es muy difícil con las historias de interés humano, pero cuando uno está tratando de promocionar un tema de política pública, ahí está el ‘gancho’: ¿qué pasaría si no actuáramos o no hiciéramos algo con respecto a este problema? Si yo estuviera tratando de conseguir que se promulgue legislación para resolver un problema, proporcionaré una página con historias de un párrafo de extensión, o incluso escenarios ficticios, de qué es lo que pasaría si la ley que nosotros pedimos no fuera promulgada. Entonces básicamente los medios saben que si nosotros no conseguimos lo que queremos; o nos vamos a perder una oportunidad de oro, o se va a transformar todo en un infierno.
A: El proceso al que usted se refirió, de incidencia y de interacción con los sectores políticos, en la Argentina tiene riesgos muy altos. Si algo se rescata de las ONGs en la Argentina, es precisamente la independencia de los sectores políticos. Me gustaría escuchar alguna reflexión suya sobre cómo manejar esta relación que sin duda es necesaria; estamos convencidos de que tenemos que incidir, pero tenemos riesgos muy altos, porque de hecho, si no manejamos adecuadamente esa relación, es probable que de los políticos no obtengamos nada, y en cambio que de nuestros colaboradores y de nuestros voluntarios, e incluso de la opinión pública, podamos perder la confianza a la cual usted aludió.
A: El peligro de ser manipulados por el poder político, el miedo que tienen las organizaciones de ser cooptados o manipulados por el poder político, creo que se resuelve cuando se hace una coalición. Uno va a negociar o va a dialogar con la conciencia de que no se va a dejar manipular. Pero es más fácil que eso no pase cuando se trata de un grupo de organizaciones, o un grupo de personas, y no una sola. Por eso creo que es tan importante armar las coaliciones o las redes, y ahí ir a negociar con el político.
DA: Estoy de acuerdo. Nosotros estamos descubriendo que las coaliciones actúan como un escudo en el proceso político. Por ejemplo, tenemos líderes de ONGs que son conocidos por estar relacionados con ciertos partidos políticos, pero cada tanto necesitan estar en desacuerdo con el partido del que están más cerca por lo que necesita su organización. Y al decir que están actuando por lealtad con su coalición, esto les da algún tipo de cobertura, de protección política.
A: En nuestro trabajo de más de diez años con comunidades, vimos que hay determinados obstáculos. Sería bueno pensar estos obstáculos que uno se va encontrando en el camino de la construcción de alianzas. En nuestro país, creo que una de las dificultades que se plantean cuando trabajamos en grupos temáticos y homogéneos es el tema de los recursos. Hay una gran competencia por lograr la sustentabilidad propia de cada organización, que en estos momentos se acrecienta más debido a la crisis que está viviendo nuestro país. ¿Cómo se puede tratar de encontrar alguna salida a esto?
DA: No tengo una solución específica, pero sí comparto y comprendo el desafío. Nosotros tenemos grupos que trabajan por las personas con SIDA, que compiten por los mismos fondos del gobierno, con centros de salud que atienden a personas que tienen todo tipo de necesidades de salud, que cubren toda la gama. Y debido a que los recursos en términos de dinero vienen del gobierno local, se está poniendo a las organizaciones de un tema contra las organizaciones de otro tema en competencia por ese dinero, y por sus diferentes misiones y por sus diferentes culturas organizativas dichas organizaciones no pueden compartir los programas. Sólo he visto funcionar la posibilidad de que una organización ‘x’ se una a una organización ‘y’ cuando los directores ejecutivos o los líderes de cada organización quieren vehementemente que ambas funcionen juntas, y entonces unen sus fuerzas. Pero tiene que existir ese verdadero deseo de que sea así. Y al menos en los EE.UU., ello no ocurre con tanta frecuencia. Sucede fundamentalmente a nivel local.
A: Nosotros somos necesarios por las mentiras de los políticos. Estamos creciendo porque ellos nos mienten permanentemente. Estamos ocupando espacios que ellos no ocupan. También los medios de comunicación los tienen ocupados ellos, y nosotros no salimos a esos medios; nos resulta dificilísimo. ¿De qué manera podemos llegar nosotros a participar dentro de lo que es salud, educación y ecología, cuando todas esas reglas en nuestra sociedad están quebradas? El esfuerzo lo hacemos a través de esta sociedad que no tiene participación política. Esa es mi conclusión.
A: Hoy a la noche la Cámara de Diputados podría aprobar la no obligatoriedad del voto. Ud. comentó que eso es algo que funciona en EE. UU. Nuestras entidades son entidades de base, de barrio, politizadas todas; la finalidad nuestra es política, no partidaria, pero sí política. Y queremos saber, con respecto al tema de la no obligatoriedad del voto, cuál es la incidencia en la política de EE.UU. Qué pasa cuando se vota al presidente, si se cuestiona su representatividad, la de los senadores, la de los diputados, qué pasa con los intendentes, si es obligatorio o no, si se cuestiona o no; y en el último de los casos, cuál es el nivel de seducción que existe por parte de la dirigencia política hacia las ONGs, ya que el voto no es obligatorio.
DA: Creo que compartimos la misma dinámica, idéntica. Una de las normas que tenemos es que a los líderes recién electos les damos un período de gracia muy cortito: a los presidentes les damos 100 días, y después de eso volvemos al ataque. Las ONGs y los políticos, en cierta manera, estamos tratando de usarnos unos a otros para conseguir que nos apoyemos, o que estemos en oposición. Nosotros sabemos que lo políticos pueden promulgar leyes; ellos tienen la facultad de votarlas, y saben que si las ONGs le decimos al público qué es lo importante, éste nos va a creer a nosotros y no a ellos. Así que nosotros tenemos la credibilidad. Nuestro dilema entonces es no dejar que ellos nos tiñan, y aún cuando no consigamos lo que nosotros queremos, es preferible mantener la confianza del público. Pero si podemos generar una situación en la que ganemos todos -nosotros conseguimos lo que queremos y mantenemos nuestra credibilidad, y ellos consiguen lo que quieren, más poder y más notoriedad- entonces es fantástico. De alguna manera esto se reduce a los términos del trato, a las condiciones del trato; y a menudo para nosotros el contrato no es bueno. Así que ése es nuestro test decisivo para trabajar con los políticos. ¿Perjudica nuestra credibilidad, o no? Porque plata no tenemos, y lo único que tenemos es la confianza. Si la perdemos, estamos perdidos.
A: Las ONGs, acá, en general están tapando parches que deja el Estado. ¿No se están transformando así en mano de obra barata? Solucionando los problemas que el Estado deja de lado: educación, salud, lo que no les interesa. Mi miedo es que el político use a las ONGs.
DA: Comparto el mismo temor. Muchos de nosotros en los EE.UU. pensamos que a lo mejor las ONGs se están transformando en una extensión del gobierno. Cuanto más dinero o fondos del gobierno tomamos, más perdemos nuestra independencia para hacer incidencia. Así que tenemos que tener mucho cuidado. Creo que nuestra independencia y nuestra responsabilidad de criticar al gobierno cuando es necesario son un valor tan importante, que mi organización y otras similares rechazan el dinero del gobierno. Cuando digo que no tenemos plata, no quiero decir que no tenemos nada, sino nada comparado con el tipo de dinero político que tienen las corporaciones. El gasto total del lobby cívico por parte de las ONGs de los EE.UU. el año pasado fue 52 millones de dólares: 1/10 del monto total del dinero que las 10 primeras empresas de la lista de las 400 empresas principales según la revista Fortune gastaron en lobby: todo un sector, 250 mil organizaciones, y 52 millones, versus 10 empresas.
A: Creo que las ONGs tienen que descubrir bien qué rol deben jugar en una sociedad globalizada, en una economía globalizada, y en una cultura globalizada, y los roles hay que redefinirlos de nuevo. El poder político juega al poder. Yo creo que la alianza tienen que hacerla el Estado, la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales. Tenemos que trabajar seriamente en nuestro propio nivel, porque el poder político está ajeno. Aquí hay que descubrir que todas estas ONGs a corto plazo tienen que tomar definiciones muy serias sobre el conjunto, pero lo tienen que hacer con la sociedad. Y como el Estado es el garante de la entidad, es un elemento muy importante para redefinirlo. El poder político no redefine nada, y como máximo un día nos dirá que somos buenos o nos tirará algún subsidio, pero no define nada.
A: Desde ciertas perspectivas se asocia a las ONGs con el tercer sector identificándolas como por fuera de la esfera del mercado y de la esfera del estado. Pero reciben amenazas de estas dos dimensiones, de estos dos sectores, por cooptarlas y por amenazarlas con su destrucción o con su modificación. El Estado puede cooptar a las ONGs para que trabajen en pro de sus fines, y en ciertos casos esos son fines partidarios, pero también el mercado puede cooptarlas, y de hecho, como una política empresarial, siempre dar recursos implica obtener un beneficio mayor a cambio. De hecho, el altruismo queda afuera de los fines institucionales de una empresa lucrativa. ¿De qué forma puede evitar una ONG ser cooptada por fines lucrativos cuando acepta dinero no del estado pero sí del mercado? Y la ONG puede ser comprada por sí misma: si bien no tiene fines lucrativos, sus integrantes no están ausentes de caer en estas "tentaciones" que motivan a políticos y empresarios del sector lucrativo; en este sentido, ¿de qué forma un funcionario público puede diferenciar y tratar de prever qué organizaciones, a partir de sus características, pueden caer en este problema? El tercer sector en los EE.UU. ¿tiene límites en su advocacy, en la forma en que puede presionar en lo que respecta a la política externa? ¿El Estado limita cierto tipo de demandas respecto a la política exterior, militar de EE. UU? Desde acá no se ve muchas veces a la sociedad civil americana presionando en contra de bombardeos y demás a pueblos inocentes.
DA: Con respecto a la primer pregunta, si conocemos nuestros valores como organización, y nuestros valores están por escrito, entonces, si surgiera alguna manipulación, algún conflicto de intereses, voy a mirar esas declaraciones de misión o de objetivos que tengo y los valores que subyacen a la misión, los debatiré con mi comisión directiva, y tomaremos una decisión en base a un criterio ético. Acerca de su segunda pregunta: en los EE. UU. la comisión directiva es la dueña de la organización. Ellos son legalmente los dueños. Si yo, como director ejecutivo, hago algo, tengo que asumir legalmente la responsabilidad de ello. Así que en términos de tentaciones, no es sólo mi trabajo el que está en juego. Las ONGs tienen algunas restricciones a sus tareas de incidencia, pero en términos de política exterior, sí, están gobernadas, reglamentadas de manera distinta que las restricciones que se les aplican para la política interna. Es muy importante para las ONGs no hacer cosas que realmente interrumpirían las acciones de política exterior de máxima prioridad de nuestro Departamento de Estado. Por ejemplo, hay ONGs que están profundamente interesadas, y que realmente tienen una opinión muy vehemente, con respecto al proceso de paz del Medio Oriente, pero no hay ninguna ONG que vaya a decir que Collin Powell es completamente responsable de lo que está haciendo. En algún punto podemos estar de acuerdo o en desacuerdo con la política exterior, pero creemos que es irresponsable que hagamos cosas que perturben directamente los intentos del gobierno por encontrar la paz.
A: ¿Qué pasos sugiere usted para la concreción de una alianza que cumpla los objetivos y no se vea tergiversada o cooptada por organismos políticos o bien frustre su intención?
DA: A veces, los grupos quieren formar una alianza o una coalición; entonces crean una agenda, definen los tópicos en que va a actuar esa coalición, y después van a los grupos y les dicen: "¿Quieren ser parte de nuestra coalición?". Ahí inmediatamente han perdido la convicción o el interés de las organizaciones que están tratando de convencer para que se unan a ellos. En cambio, lo que sí está funcionando es cuando una organización va a una, dos, tres o cuatro organizaciones y el director ejecutivo les dice: "Hemos estando descubriendo que X es un grave problema en nuestra sociedad, ¿qué piensan ustedes sobre esto?". De alguna manera, tantear el tema antes de que se genere una agenda y permitir que esa agenda se forme orgánicamente. Pero como organizadores, sabemos que el proceso tiene que seguir avanzando, y una forma de hacerlo podría ser la siguiente: en lugar de cerrar una reunión diciendo "Bueno, yo creo que los próximos pasos que tenemos que dar es tener esta reunión, esta reunión y esta otra", decir "Colegas o caballeros, ¿cuáles les parece a ustedes que podrían ser los próximos pasos?". Entonces, esa persona que ha invitado a la reunión inicial trata de volver a reflexionar, de reformular lo que los otros han dicho. Por lo general, las personas que lo están escuchando empiezan a asentir con la cabeza. Yo sugeriría que cierren absolutamente todas las reuniones con un acuerdo sobre cuáles son los próximos pasos. Por ejemplo, Catalina va a llamar al diputado, y Jorge va a llamar al periodista de este diario para tener una entrevista de prensa; el martes nos vamos a mandar por e-mail los informes para ver qué hizo cada uno; el próximo martes nos volvemos a reunir en persona para discutir cuáles serán los pasos subsiguientes a partir de allí. Y pronto nos hemos reunido tantas veces cara a cara que llegamos a conocernos bien, y después de un tiempo nos damos cuenta de que estamos en esa causa juntos. Y hemos invertido tanto tiempo que será muy difícil que la coalición se desmantele, porque nadie quiere desperdiciar el tiempo que le ha dedicado. Creo que la construcción de una red se reduce a las cuestiones básicas de construcción de relaciones, saber qué va a pasar, por qué, con qué va a pasar, con quién, cuándo. Y lo importante es ser realmente creativo al pensar en qué tipo de actores, de personas, se quiere incorporar al equipo.
A: Estoy de acuerdo en cuanto a que la única forma de cambiar una comunidad es vivenciando: si no se tiene una experiencia interior, se hace difícil el cambio. No es que no se cambie, sino se hace difícil. Esto daría una posibilidad de que las mismas personas, protagonistas y participantes, se concienticen respecto de lo que quieren hacer y lo que quieren alcanzar.
A: Usted ha mencionado que en los EE. UU. había dineros de las corporaciones que iban hacia los políticos, que era dinero no divulgado. Eso pasa en todas partes. Yo estoy a favor de lo que usted explicó acerca de las alianzas, pero hay algo que nos preocupa. Me gustaría que nos aconseje acerca de cómo se puede hacer para conservar la asepsia y la neutralidad necesarias: a veces sucede que entre los actores hay superposición de roles, hay personas que pertenecen a una ONG y son cónyuges de personas que están en el otro sector, en el político o en el empresarial, que es el que está mancando económicamente al político. Creo que se genera en esa persona una superposición de roles, un conflicto. ¿Qué normas debieran tener estas alianzas para que no se pierda la credibilidad y la transparencia?
DA: Parte de esto tiene que ver con cómo están reguladas las ONGs por el gobierno, y parte también simplemente con las normas sociales de las organizaciones. La mayoría de las ONGs en los EE.UU. están obligadas a informar públicamente de dónde provienen sus fondos. También tienen que informar en sus liquidaciones de impuestos, que están a disposición del público, cómo gastan su dinero. Así que los políticos tienen que divulgar de dónde viene la plata. Pero usted está apuntando a una cuestión muy interesante: a las relaciones que se dan debajo de la superficie. Durante años se ha sabido que los políticos establecen asociaciones de empresas con ONGs, pero hemos encontrado últimamente que los políticos trabajan con los dirigentes empresariales para establecer centros de reflexión, básicamente incubadoras de sus propias ideas, pero pueden recibir contribuciones en forma de beneficencia deducibles de impuestos. Entonces, en cierto sentido, están manipulando el sistema. Nuestra tarea como comunidad de ONGs es vigilarse a sí misma. Siempre decimos: "Estas son las manzanas podridas". Pero el público y los medios deben saber que por cada manzana podrida que hay en la comunidad de las ONGs, existen alrededor de mil organizaciones fantásticas que trabajan cotidianamente para construir la confianza del público. Luchamos para hacerle saber al público que las manzanas podridas no afectan la reputación o la credibilidad de todas las ONGs.
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